La acción y el aprendizaje son dos conceptos estrechamente relacionados que juegan un papel fundamental en el desarrollo humano. Ambos se encuentran intrínsecamente ligados al cuerpo, el contexto y las relaciones en los que se desarrollan.
La acción se refiere a la capacidad del individuo para interactuar con el entorno y realizar acciones con un propósito definido. Es a través de la acción que el ser humano experimenta, explora y adquiere conocimientos sobre el mundo que le rodea. El cuerpo juega un papel esencial en la acción, ya que es el medio a través del cual se ejecutan las acciones. Mediante el movimiento y la coordinación motora, el cuerpo nos permite manipular objetos, comunicarnos, desplazarnos y realizar tareas diversas.
Sin embargo, la acción no se limita únicamente al cuerpo individual, sino que está intrínsecamente relacionada con el contexto en el que se desarrolla. El entorno físico, social y cultural en el que nos encontramos ofrece oportunidades y limitaciones que influyen en nuestras acciones y en el aprendizaje que se deriva de ellas. Por ejemplo, el acceso a materiales y recursos, las normas sociales, las expectativas de los demás y las oportunidades de participación en actividades específicas son factores contextuales que pueden promover o dificultar la acción y el aprendizaje.